En los enfermeros y enfermeras que desarrollan gran parte de su tarea con pacientes terminales y con sus familias es normal que surjan vínculos emocionales que, si bien les ayudan a ser más eficaces, también pueden provocar en ellos un sentimiento de duelo de difícil elaboración.
Para protegerse a sí mismo de los ambientes extremadamente emotivos y tensos; de la tristeza y frustación que provocan el dolor y la muerte, el profesional debe elaborar algunas estrategías como:
- Separar, en lo posible, lo vivido como profesional de su vida cotifiana;
- Distinguir entre la actitud empática y la identificación con los problemas ajenos;
- Aprender a reconocer en sí mismo los síntomas del estrés mental;
- Si puede, combinar la asistencia a enfermos terminales con la de otro tipo de pacientes;
- Elegir actividades sociales o de ocio, con niños o adultos jóvenes y sanos, para no percibir sólo un aspecto de la existencia;
- Conocer los propios límites y solicitar ayuda cuando se precise, y
- No sentirse culpable ni menospreciarse, si la asistencia a determinado tipo de pacientes influye demasiado en su estado anímico. Nadie es invulnerable.
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